Al cielo el metal
- patlegui
- 30 jul
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 31 jul
Textos para la exposición Al cielo el metal
del artista E1000
Espacio 451
Oviedo, Asturias, España
20 de junio a 31 de julio 2025
Las imágenes tienen una religión avanzada: entierran la historia. — Alfredo Jaar
En Al cielo el metal, E1000 sitúa al espectador frente a una tensión: la de la imagen como documento y como construcción, como residuo y como denuncia. Esta obra nace de un territorio específico —Gijón y su historia siderúrgica y minera— pero apunta a una realidad compartida: la transformación violenta del paisaje y la vida a través de los efectos de una industria extractiva que continúa modelando cuerpos, aire y memoria.


E1000
Impresión sobre impreso oficial de sugerencias y quejas del Gobierno del Principado de Asturias
La imagen aquí no es un simple recorte de lo visible, es un nudo entre lo que se ve y lo que se dice, una forma de repartir lo sensible, de distribuir lo que puede ser percibido, sentido, dicho o silenciado como señala Jacques Rancière. En ese gesto, el artista nos obliga a tomar posición: mirar no es neutral.
A través de materiales contaminados, residuos industriales y signos visuales que surgen del propio paisaje, Al cielo el metal convierte lo invisible —la polución, la afectación de los cuerpos, la pérdida del territorio— en una presencia simbólica. Como nos habla Didi-Huberman el horror reflejado, reconstruido como imagen, puede ser fuente de conocimiento, pero solo si el espectador compromete su responsabilidad dentro del dispositivo formal de la imagen. Esta instalación no ofrece una contemplación segura: interpela.
En un contexto donde el exceso de imágenes nos embota, y donde el sufrimiento ajeno se transforma en objeto de consumo masivo, E1000 recupera la potencia crítica de la representación. Nos recuerda, con Judith Butler, que para que la representación comunique lo humano, no solo debe fracasar, sino también mostrar su fracaso. Hay algo de irrepresentable en el daño ambiental y social que se produce lentamente, sin espectáculo. Y sin embargo, aquí, ese daño adquiere forma, materia, cuerpo.
El título Al cielo el metal alude al ascenso tóxico de un paisaje industrial que ha modelado generaciones y sigue alterando el entorno físico y simbólico. En esta obra, los residuos se convierten en lenguaje visual, y el desecho industrial se resignifica como crítica estética. Es una operación política y poética: captar lo volátil, hacerlo visible por acumulación, crear con ello un mensaje que nos atraviesa.
Esta instalación se inscribe en lo que podríamos llamar un arte de la contra-imagen, o de la contra-información, una respuesta a la historia estetizante del arte, una que no da cuenta del cuerpo, del conflicto, del trauma como diría Aby Warburg. Aquí, en cambio, las imágenes no ilustran un pasado, sino que reviven un presente conflictivo. Funcionan como huellas que insisten, como surcos de una memoria que necesita ser reactivada en la experiencia común.
E1000 nos sitúa en un espacio donde las imágenes no son simplemente vistas, sino que nos devuelven la mirada. En este lugar público simbólico, el espectador deja de ser un observador pasivo: su cuerpo es convocado, implicado, afectado. La obra instala su materialidad a nuestro alrededor, y esa instalación es también una puesta en escena del conflicto.
No deseamos jugar con las imágenes porque en secreto todavía creemos en ellas.— Jacques Derrida
Creer en las imágenes, entonces, es reconocer su poder de evocación, pero también su fragilidad. Esta obra no busca imponer un sentido cerrado, sino generar disenso. En palabras de Rancière, resistencia política es también la creación de nuevos modos de visibilidad. Y eso es exactamente lo que hace E1000, nos da una imagen de lo que habitualmente se oculta, y al hacerlo, nos invita a pensar qué lugar ocupamos en ese sistema de poder, consumo y deterioro.
Al cielo el metal es, en última instancia, una imagen hecha cuerpo. Una presencia que irrumpe en el espacio social para recordarnos que bajo ese cielo de metal, siguen naciendo, respirando y resistiendo muchas vidas.
Patricia Leguina
Al cielo el Metal, Oviedo, Junio 2025



Detalles de la Exposición Sala de Espacio 451
Fotos: Patricia Leguina

Cartel de inauguración exposición al cielo el metal, E1000, Espacio 451, Oviedo, Asturias
Aqui el artista transforma la contaminación industrial en símbolo visible, propone una reflexión crítica sobre el impacto de las industrias metalúrgicas y mineras en Gijón y, por extensión, en otros territorios marcados por la polución, el deterioro ambiental y la pérdida de identidad paisajística y social. El título juega con la ironía y la denuncia: el metal que asciende al cielo como humo, como residuo tóxico, como huella de un sistema que altera el entorno y los cuerpos que lo habitan.
E1000 recoge esa huella y la convierte en lenguaje visual: imágenes que no buscan ser simplemente contempladas, sino provocar una respuesta, una posición. El artista no representa el paisaje, lo interviene, evidenciando lo que a menudo se vuelve invisible: el daño normalizado, el cuerpo expuesto, la memoria borrada. Su obra se sitúa entre la crítica y la poética, entre el residuo y el mensaje. No embellece la realidad: la señala, la reconfigura, la transforma en un espacio común para pensar y sentir colectivamente. Como espejo, como huella, como grito silencioso, estas imágenes nos colocan frente a un problema que sigue presente: la contaminación del aire, la mutación del paisaje, la precarización de la vida. En un mundo saturado de imágenes vacías, E1000 nos devuelve una que duele, que interpela, que insiste en ser vista.
Textos para la exposición Al cielo el metal
del artista E1000
Espacio 451
Oviedo, Asturias, España
20 de junio a 31 de julio 2025



Fotos: Patricia Leguina
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